Páginas

sábado, 27 de agosto de 2016

Trazas de madrugada...

Pasadas las dos de la madrugada las cosas parecen tener otro color, incluso parecen oler de otro modo y quisiera, por un instante, poder transmitir, ser capaz de hacer llegar esa tonalidad especial que desprenden.
La madrugada es una espacio de silencios, donde todo lo grande  queda amortiguado tras el día, donde  todo lo minúsculo queda ampliado como si yaciera bajo una lente subjetiva, bajo unas neuronas caprichosas capaces de brindarles alma y voz, cantos a los silencios.
Es justo en este momento cuando te dispones a hacer nuevos planes para el próximo día, incluso, atrevido tú, para el futuro inmediato. De repente, tu mente se ve abordada por una especie de euforia entre estúpida y desmesurada, como si todo fuera posible, como si este ir y venir del viento alocado en tu cabeza  fuera a durar hasta mañana. Te duermes con mil y uno proyectos, con varias nuevas ideas, con todo a medio diseñar, con la confianza de que en las primeras claras del día todo siga igual, pero no… sencillamente es un volver a empezar.
Quién no se ha acostado con la cabeza como una hervidero de ideas y grandes despropósitos que parecen perfectamente reales, factibles pese al adorno, dignos casi de un genio… para acabar despertando en el cuerpo de  un simple mortal y ver cómo las brillantes ideas de la noche anterior se derraman a la luz de la ventana, cayendo indómitas e irresolubles, mientras te sonríes a ti mismo y te confiesas: “cómo pude haber pensado que lo anoche era posible…”.
Pero así es la vida amigo, así discurre todo, en un devenir de fantasías alocadas, de ilusiones que en su mayor parte no se harán realidad, pero discurren, viajan, serpentean  por tu mente. Y en ese breve trayecto, que parece durar horas,dentro de tus recónditos circuitos neuronales,te hacen feliz. ¡Qué diantres¡ ¡Qué más da si esos minutos se me antojan horas y me propician un sueño dulcemente agitado¡

Llega el nuevo día. Nuevos frentes, nuevos retos pero nada parecido a lo elucubrado la noche anterior. Me pierdo en ellos y tan sólo una idea me ronda la cabeza. Quiero que el día discurra entre pequeños vericuetos útiles, lo justo para que llegue la noche con sus grandes planes, la madrugada me invada con sus alocadas ideas y, de nuevo, pueda ser yo entre las sábanas y esa euforia que me arranca la sonrisa en sueños.